Violencia de género y abuso de sustancias

Publicado el 9 de noviembre de 2023 en GéneroAdicciones con SustanciasPerspectiva de Género

SITUACIÓN EN ESPAÑA DE LA VIOLENCIA DE GÉNERO Y EL ABUSO DE SUSTANCIAS

AUTORAS: PATRICIA MARTÍNEZ-REDONDO Y ELISABETE AROSTEGUI SANTAMARÍA

“La violencia de género y la adicción femenina son dos circunstancias que están muy relacionadas y son los aspectos más visibles y dramáticos de una realidad estructural más profunda centrada en la desigualdad por género. Forman parte de las situaciones que puede vivir una mujer o que pueden afectar de mayor manera a una mujer por el hecho de serlo” (Castaños, 2009: 6)


“Es por tanto importante aportar elementos que puedan ayudar al diseño de acciones apropiadas y basadas en la evidencia para el manejo integral de la violencia de género y las drogodependencias” (Folch et al., 2020:2)

En general, es difícil determinar el número exacto de situaciones de maltrato (Alberdi y Matas, 2002) debido al gran número de mujeres que no reconocen como tal la violencia que padecen o, cuando reconociéndola, no se atreven a denunciarla.
En el caso de las mujeres drogodependientes, cabe que, por situaciones legales pendientes con la justicia no acudan a presentar denuncia después de haber sido agredidas, o que en el caso de que la denuncia se haga efectiva, no acudan a las citaciones judiciales cuando hay consumos de por medio (Chait y Calvo, 2005).

Señalan Arana y Comas (2019) que el hecho de que las mujeres drogodependientes tengan dificultades para reconocer su condición de víctimas de VG es un ejemplo de la doble victimización que padecen estas mujeres, o lo que a nuestro juicio constituye una victimización múltiple, en tanto que son adictas, víctimas y no se reconocen como tales.

La combinación habitual de psicopatología, abuso de sustancias, el estigma que generan estas dos problemáticas, unida a las experiencias traumáticas y la posible discapacidad inducida por el agresor que ejerce sobre ellas VG, limita la propia capacidad de estas mujeres para movilizar recursos o pensar estratégicamente, lo que permite a los abusadores seguir ejerciendo violencia contra sus parejas en una dinámica continua (Warshaw, Lyon, Bland, Phillips y Hooper, 2014).

En las mujeres drogodependientes se da la “no identificación de las situaciones de violencia hacia ellas, luego no identifican la necesidad de intervención en esa materia; tienen una alta “tolerancia” a la violencia en sus relaciones, sin que esto signifique responsabilizarlas en el hecho de estar siendo agredidas en un sentido de “tolerar-permitir” el maltrato, sino que están inmersas en relaciones violentas y las han integrado en su cotidiano, es “lo normal”. Muchas entienden que es normal que se les pegue si se drogan (además “se entiende” que el compañero sentimental se torne más agresivo cuando está bajo efectos de la sustancia)” (Martínez-Redondo, 2010:110).

De hecho, uno de los problemas centrales de estos recursos y que afecta a las mujeres drogodependientes es que mantienen como norma que mientras la adicción esté activa, algo nada inusual, por ejemplo, tras haber vivido un episodio de violencia que las lleva de forma urgente a necesitar el recurso, no se les admite en el dispositivo por considerarlas disruptivas. Las razones que se aducen son las dificultades que una mujer con ese perfil introduce en la convivencia con el resto de mujeres del centro (Moya et al, 2006), o en palabras de Martínez-Redondo (2009) las mujeres drogodependientes son perfil excluyente para ingresar en ese circuito de atención.


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Bibliografía y documentos de interés