Violencia de género
La violencia de género comprende cualquier acto de violencia física o psicológica, incluidas las agresiones que atentan contra la libertad sexual, las amenazas, las coacciones o la privación arbitraria de libertad. Deben ser cometidos por el marido, novio, compañero sentimental u otro hombre que mantenga o haya mantenido con ella una relación de afectividad. Puede ser en la actualidad o en el pasado, aunque no haya existido ni exista convivencia. Se considera que si hay menores de edad expuestos a esta violencia también son víctimas directas.
La violencia de género tiene características propias, diferentes a otro tipo de violencias:
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Es estructural: No existiría si no viviéramos en sociedades que están dominadas por hombres que ocupan los puestos de poder en todos los ámbitos de la vida, desde el político, el económico, hasta el familiar.
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Es histórica: Se ha ejercido durante todas las etapas de la historia (también hoy) y en todos los territorios del planeta.
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Es una forma de control: Establece reglas que deben cumplir las mujeres para mantenerlas en una posición de subordinación (cómo se deben comportar, vestir, qué deben consumir…)
La violencia de género se manifiesta de muchas formas, algunas incluso se consideran tan normales que no las identificamos como violencia. Los tipos de violencia que podemos encontrar son:
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Violencia física: Consiste en causar o intentar causar daño a una pareja golpeándola, propinándole patadas, quemándola, agarrándola, pellizcándola, empujándola, dándole bofetadas, tirándole del cabello, mordiéndole, denegándole atención médica u obligándola a consumir alcohol o drogas, así como empleando cualquier otro tipo de fuerza física contra ella.
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Violencia psicológica y/o emocional: Acción que se realiza con el fin de producir en la víctima sensaciones de desvalorización y sufrimiento. Estos actos pueden ser: insultos, actitudes de control y reproches, humillaciones, faltas de respeto, etc. Si bien sus secuelas son difíciles de detectar, afectan a largo plazo la estabilidad emocional de la víctima.
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Violencia económica: Supone cualquier conducta consistente en la privación intencionada y no justificada legalmente de recursos para el bienestar de la mujer y de sus hijos e hijas o a la discriminación en la disposición de los recursos compartidos en el ámbito familiar, en la convivencia de pareja o en las relaciones posteriores a la ruptura de la misma. Puede ser mediante prohibir trabajar a la mujer, arrebatarle, destruir o vender objetos y bienes que le pertenecen, que sea él el proveedor de la sustancia/bebida, controlar su dinero o reducir sus recursos económicos de alguna manera.
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Violencia ambiental: Supone el ejercicio de cualquier acto consistente en destruir el entorno de la mujer, como romper, esconder, tirar objetos de alta estima, no respetar su correo, maltratar a sus mascotas, etc.
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Violencia sexual dentro de la pareja/familia: Es aquella que obliga a la mujer a mantener relaciones sexuales con su pareja (u otros) cuando no quiere, ya sea por medio de amenazas o de chantajes. También aquella inscrita en las tradiciones familiares como puede ser la prueba del pañuelo para comprobar la virginidad de la mujer o la mutilación genital femenina.
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Violencia sexual (o violación): Implica cualquier conducta que conlleve un acto de naturaleza sexual realizado sin consentimiento de la mujer. Estos comportamientos sexuales van desde las acciones que no supongan un contacto sexual, como las proposiciones verbales o la exhibición de los órganos genitales, hasta la penetración bucal, anal o vaginal, implicando tanto el uso del miembro sexual masculino como la introducción de objetos.
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Violencia institucional: Toda aquella violencia de género que permite o ejerce el Estado y las administraciones. Puede ser por ejemplo ir a denunciar una agresión y que cuestionen por cómo iba vestida o le culpen por ir bajo los efectos de alguna sustancia.
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Violencia simbólica: Aquellas acciones destinadas a excluir mediante la humillación, la discriminación o el chantaje a las mujeres que no se ajustan a los estereotipos deseados. Puede ser recibir críticas por llevar prendas que descubran mucho el cuerpo, por ser activa sexualmente, por consumir sustancias “de hombres”, etc.
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Acoso e intimidación: Acciones persistentes que la víctima no desea, para presionarla, asustarla o manipularla. Puede ser desde el piropo callejero hasta la presencia del acosador en espacios propios de la víctima como el trabajo o el hogar.