
Trabajo comunitario en la intervención con sustancias.

Cuando hablamos de trabajo comunitario en la intervención con sustancias nos referimos a todos aquellos agentes que orbitan y se interrelacionan con el consumo: familiares, vecinas y vecinos, el lugar de trabajo, las personas consumidoras… etc. Este trabajo entiende que cualquier persona de la comunidad tiene algo que aportar en tanto que forma parte del sistema en el que los consumidores y consumidoras se desenvuelven. Tanto si el objetivo es la abstinencia como la reducción de daños y riesgos, el entorno siempre va a tener un papel determinante.
Si miramos desde el retrovisor hacia los años 90, vemos a las farmacias de los barrios haciendo programas de intercambio de jeringuillas, vemos a las madres de los chicos y chicas que consumían tejiendo redes fuertes para luchar contra la droga y acompañar las dolorosas pérdidas de quiénes las habían sufrido. Incluso en entornos donde lo comunitario está mucho más presente como son los rurales, se puede observar que, si bien las personas que han consumido pueden sufrir rechazo, no son excluidas de la comunidad: el camarero del bar habla con quien tiene un problema de alcohol y mitiga los riesgos o bien no sirviéndole más, o bien hablando con la familia, acompañándole a casa…
Sin embargo, los entornos urbanos, que son espacios de mucha desconexión social por -paradójicamente- la concentración e itinerancia de personas, el trabajo comunitario parece ser residual. En el trabajo orientado a la abstinencia, hasta los sistemas más próximos a la persona consumidora, como es la familia, parecen quedarse fuera. Si esta persona quiere tratamiento la familia podrá acompañarla pero nunca interceder, tampoco abundan los centros que ofrecen grupos de apoyo para que estas familias tejan redes. Menos común es todavía incluir al entorno como son los amigxs o compañerxs de consumo o de trabajo. Esto puede deberse a que hemos entendido el consumo de drogas como un problema individualizado del que la persona puede salir con estrategias endógenas de control de impulsos, habilidades para la vida… En los tres elementos que triangulan alrededor del consumo de sustancias, como son la persona, la sustancia y el contexto, nos hemos quedado con los dos primeros. No por un tema de falta de voluntad, sino de medios. Bien es cierto que existen centros con un trabajo comunitario fuerte, cuyos profesionales establecen un diálogo constante con el barrio, pero esto no es del todo habitual y parece formar parte casi más de una apuesta diferenciada de unos pocos centros, que de una política común al trabajo con sustancias.
Es por esto que hoy en el blog os invitamos a la reflexión sobre la necesidad de construir esta política común, que unifique las ventajas del trabajo comunitario en todo el territorio nacional, de forma que todas las personas consumidoras puedan beneficiarse de ellas, y todos los profesionales podamos incorporar el conocimiento de esos agentes que están presentes en los entornos de consumo una vez hemos acabado nuestras jornadas laborales, con el fin de diseñar intervenciones informadas y sistémicas.