
Maternidad y culpa en mujeres que consumen sustancias

Un estudio de la Federación Catalana de Drogodependencias (2018) decía que, en situaciones de igual vulnerabilidad (y con esto me refiero a consumo de sustancias y posición económica) las retiradas de custodia de lxs menores recaían sobre ellas en un porcentaje significativamente superior a ellos.
Lo que opera de fondo aquí es cómo entendemos la maternidad y cómo la forma de entenderla es indisociable de la culpa. Si hacemos un ejercicio de imaginación en torno a la figura de la buena madre, podremos imaginar una mujer sacando un pastel de un horno, sonriente y dispuesta, complacida por el mero hecho de estar satisfaciendo a su prole. Nada más lejos de la realidad, claro, pero una vez más este imaginario social acaba convirtiéndose en una orden para nosotras: sé-buena-madre. La alternativa es castigarte, nada menos, que arrancándote a tus criaturas.
Y es que si una mujer consume deja de ser apta para el cuidado de lxs demás y de sí misma, no se nos permite la flexibilidad que está permitida en todos los ámbitos de la vida: maternar con normalidad hasta que no sea posible y, cuando no lo sea, disponer del acompañamiento adecuado para centrarnos también en nosotras. Algo así como ocurre con los hombres, que se lleva justificando toda la vida que pasen horas fuera de casa porque se entiende que necesiten tiempo de esparcimiento. Y es que criar es un trabajo, no una bendición y hasta el trabajo más gratificante necesita de tiempos de descanso, de un equipo que complemente las tareas mientras el resto del equipo respira.
¿Las necesidades de una mujer empiezan y acaban en la crianza? ¿Son las habilidades para la crianza algo innato? ¿Lo tiene que hacer exclusivamente una persona? ¿O de lo contrario es algo que podemos acompañar y colectivizar? En el libro de La Isla de Huxley, en la sociedad de la isla imaginaria de Pala existían asociaciones de adopción parcial de niños y niñas con el fin de que estos se eduquen en la riqueza y diversidad de entornos y de que los progenitores puedan desprenderse y coger fuerzas para la crianza una vez su prole vuelva. En línea de lo que propone Huxley, podemos pensar, para las mujeres drogodependientes, comunidades en las que la crianza no dependa exclusivamente de ellas, donde poder trabajar sus expectativas y miedos a la par que sus hijxs crecen en entornos seguros y enriquecidos. Esto supondría dejar de culpabilizar a las madres por no ser buenas madres (algo que, en el caso de mujeres que conviven con sustancias, puede suponer un aumento del consumo), entender que la maternidad no es idílica y separarla de la culpa.