
Buenas prácticas y buenos tratos. Responsabilidad afectiva.

Responsabilidad afectiva personal, familiar, laboral y como sociedad.
NO TODO VALE. Vamos a parar un poco a reflexionar y pensar en qué momento nos encontramos, como personas y conjunto de la sociedad en la que vivimos debemos tener consciencia de que lo que decimos y hacemos tiene un impacto en los demás y que los vínculos que establecemos con otros implican un cuidado mutuo. Preocuparnos de cómo expresamos nuestro sentir, tanto en el contenido como en la forma, sobre todo frente a situaciones que nos molestan siendo respetuosas/os de las emociones de la/el otra/o.
Es necesario hablar sobre nuestros sentimientos, necesidades y expectativas. Desde el principio tener clara la información y objetivos, así se logrará construir una relación afectiva más equitativa, respetuosa y transparente. Es importante comunicar y al hacerlo ser honestas/os, pero cuidando al otro. La validación recíproca de los sentimientos, ningún sentimiento está por encima del otro.
Tanto en las relaciones tóxicas, la violencia de género, consumo de sustancias y enfermedad mental, aparecen estigmas, etiquetas que generan reacciones inconscientes en el trato hacia los demás.
El tomarnos un tiempo para pensar que nos generó el enojo, identificar de qué me puedo hacer responsable y de que no, buscar las palabras y el momento adecuado para expresar mi molestia, es mejor alternativa a actuar desde la impulsividad, la victimización o la culpa. Plantear límites de mutuo acuerdo a través del diálogo. Comprender que los conflictos son parte de cualquier relación y se aprovechen para mejorar, que surgirán situaciones que pondrán tensión a las personas y los desafiará a hacer algo al respecto. «El conflicto es una oportunidad que se debe aprovechar para crecer». Lo importante es no huir o evadir, sino dialogar y abordarlos conjuntamente. Para lograr vínculos sanos y duraderos, es necesario actuar desde una coherencia entre nuestros pensamientos, emociones, palabras y acciones, siendo también receptivos/as frente a las necesidades del otro.
Los buenos tratos respetan los derechos, promueven el respeto mutuo, dignidad, convivencia, solución de conflictos e igualdad de oportunidades.
Lo primero de todo es tomar conciencia y posicionarse ya que la violencia de género está tan arraigada y presente en nuestra sociedad que a veces cuesta identificarla. Es urgente aprender a identificar señales, situaciones de conductas violentas y relaciones tóxicas.
Es fundamental que tanto los centros educativos como en educación no formal, entorno laboral y la sociedad no se normalicen estas situaciones violentas, se nombre, identifique, tomen medidas y se redirijan correctamente, no todo vale y no vale mirar para otro lado. Asumir la responsabilidad que tiene cada persona en el cambio personal y social es fundamental.
Coeducar es prevención, es educar en la diversidad, en función de las características individuales de cada persona y potenciar las diversas inteligencias y diferentes capacidades, con independencia del sexo, permitiendo desarrollar nuevos modelos referentes de relación igualitaria.
Se necesitan espacios de cuidados, donde los hombres y las mujeres puedan hablar, ser escuchada/os sin ser juzgada/os.
El lenguaje inclusivo en cualquier entorno, como dice Inés Alberdi, “lo que no se nombra no existe”. Hay una serie de problemas comunes a los medios que se convierten en obstáculos al cambio y dificultan que se tome una postura más decidida en contra de la violencia de género. En general, todo aquello que tienda a reforzar la imagen subordinada de las mujeres colabora al mantenimiento de la violencia contra ellas. (…) El rasgo más persistente de esta ideología regresiva es el de la invisibilidad de las mujeres cuando se tratan temas de interés político general. Las mujeres apenas aparecen como sujetos, ni como protagonistas, ni mucho menos como líderes de las cuestiones que se tratan. Con esto se está contribuyendo a mantener a las mujeres en el espacio simbólico de lo doméstico, de la esfera privada (Alberdi / Matas, 2002: 249).
Toda mujer tiene derecho a ser escuchada, atendida inmediatamente, a tener canales accesibles, seguros, confidenciales, de protección, seguridad y a denunciar según la Ley del 2005.
Denunciar puede prevenir futuras agresiones.
La sensibilización es fundamental como medio para prevenir y reconducir sesgos en una sociedad dividida por la socialización diferencial y comunicaciones a diferentes niveles.
A continuación tenéis dos enlaces a videos que puede ser de vuestro interés.