Día del Tercer Sector
Opinión- Natalia SR – Comunicadora Social
Hoy conmemoramos el Día del Tercer Sector, una jornada para reconocer el trabajo de las entidades sociales y de todas las personas que las integran, destacando su papel esencial en la promoción del bienestar común, la calidad democrática y la defensa de los derechos humanos.
Este día invita también a mirar hacia dentro: a las condiciones en las que se sostiene ese compromiso, en nuestro caso desde la Acción Social. Maider Moreno, investigadora en Progestión, constata en su estudio para la mejora de la atención de las personas con problemas de adicciones de origen migrante desde una perspectiva de género las dificultades que enfrentan las profesionales que acompañan procesos de adicción en personas migrantes en distintas partes del Estado.
A través de veinte entrevistas, se buscaba identificar qué necesitaban estos equipos para mejorar su labor: más recursos, formación o una mejor coordinación institucional. Sin embargo, la mayoría coincidió en otro diagnóstico. El principal obstáculo no estaba fuera, sino dentro: en sus propias condiciones laborales.
Horarios imposibles, inseguridad contractual, sobrecarga emocional y falta de estabilidad. Condiciones que no solo afectan al bienestar de quienes trabajan, sino también a la atención que pueden ofrecer. Como decía una de ellas: “Estamos precarizadas. Y eso se nota en cómo acompañamos.” La vocación no puede seguir utilizándose como argumento para justificar la falta de estabilidad.
Cuidar a quienes cuidan.
Mañana, 10 de octubre, se conmemora el Día Mundial de la Salud Mental. La incertidumbre, la ansiedad o el agotamiento no pueden ser el punto de partida de quienes sostienen la red social de cuidados.
Garantizar una financiación suficiente es indispensable para asegurar la continuidad de los programas y la estabilidad de los equipos. Sin ella, el compromiso de las entidades se apoya sobre la precariedad de las personas. Cuando se deterioran las condiciones de quienes acompañan, también se resiente la calidad de la atención.
Aun así, hay algo que persiste: la fuerza de los equipos que se acompañan entre sí, las redes informales que se crean para sostenerse y la convicción de que el cuidado no es un lujo, sino una necesidad. Garantizar la integridad y la dignidad de sus profesionales es, también, una cuestión de justicia social.


