Convertirse en par

Publicado el 11 de enero de 2024 en Información GeneralArtículos Científicos

Hoy os traemos un documento titulado «Becoming Peer» realizado por los autores Tait Mandler y Roberto Perez Gayo en 2023, que no podemos más que recomendar encarecidamente su lectura. El texto invita a la reflexión sobre la figura de pares en la atención al consumo de drogas y trata de ofrecer herramientas para pensar la reducción de daños.

Con esta figura nos referimos a aquellas personas con experiencia vivencial en consumo de sustancias cuyo conocimiento utiliza para participar en el diseño, implementación y evaluación de todas aquellas políticas y acciones que les afecten. Sobre esta figura se ha hablado mucho desde los recursos de reducción de daños, dado que lo que motivó la implementación de este paradigma en los años 70-80 con la epidemia de VIH, fueron precisamente las acciones de personas inyectoras y su entorno, que se coordinaron y emprendieron estrategias para reducir los daños que sabían que les afectaban, evidentemente, sin necesidad de supervisión experta de otro tipo.

El texto nos hace reflexionar sobre varios temas: cómo investigadores, proveedores y personas consumidoras podrían relacionarse para enriquecer las acciones en materia de drogas, cómo se configuran las identidades de todas las personas y qué se debería tener en cuenta para la participación e implicación de las figuras de los pares según esto y cómo la concepción de la salud va a determinar las estrategias que llevemos a cabo.

Está última reflexión me parece especialmente interesante, dado que la idea de salud, lejos de ser moralmente neutra, produce valores moralizados: lo qué es sano y lo que no, bueno y malo… Analizar que otras concepciones de salud existen en el mundo puede ayudarnos a configurar de otra manera la intervención con drogas.

Por otro lado, habla de como el conocimiento es situado, una afirmación que sitúa el conocimiento experto que se nos supone a las personas profesionales que trabajamos con sustancias como un conocimiento parcial, y que nos obliga a reconocer que las personas usuarias de drogas son expertas en su propia experiencia y que ambas visiones deben enriquecerse mutuamente. Cuando no relegar la visión profesional a un segundo plano.

En la línea de poner la experiencia de la persona que consume o ha consumido en el centro, se resalta la importancia de entender los placeres, no como algo tangencial a los riesgos, sino como un elemento inseparable al que hay que dar exactamente la misma importancia que a ellos. Entender el placer como una forma de autocuidado nos obliga a rechazar la idea de que las personas que consumen no son personas que se cuidan, de hecho, son ellas mismas las que muestran estrategias de autocuidado antes, durante y después del consumo, no solo de ellas, sino de las demás.

Es muy complicado terminar la lectura de este documento sin haberse hecho autoanálisis completo de cómo concebimos el consumo, a las personas que consumen y su participación, y de todas aquellas cosas que damos por hecho por estar insertas en la realidad cotidiana de nuestros trabajos, y que funcionarían mucho mejor si las reimaginaramos.

Por lo que espero que la disfrutéis.

Bibliografía y documentos de interés