
Acertijo. Parcialidad implícita

Acertijo. Parcialidad implícita
Te proponemos este acertijo. ¿Cuánto se tarda en llegar a la conclusión más simple? La respuesta puede sorprenderte y descubrirte algo que quizás no sabías sobre ti mismo.
Si has fallado, no te frustres, la gran mayoría de la gente no consigue acertar; de hecho, sólo el 14% de los universitarios que formaron parte del estudio consiguió resolverlo con éxito. La respuesta correcta, a priori, es sencilla, y sin embargo no es la más habitual:
Parcialidad implícita. Designio anticipado, prejuicio que conlleva la falta de neutralidad en el modo de juzgar o de proceder.
«Parcialidad implícita» ¿Qué es?
Lo que nos pasa a la mayoría de personas, hombres y mujeres, tiene un nombre científico: parcialidad inconsciente o «implícita». Este sesgo automático explica por qué muchas veces hasta a las personas más feministas no se les ocurre resolver el acertijo diciendo que la eminencia médica es una mujer.
El origen de este tipo de prejuicios «implícitos» se remonta a la infancia temprana: cuando los niñas/os aprenden del mundo que los rodea y se crean en el cerebro asociaciones neuronales que relacionan conceptos y recuerdos de una manera inconsciente. De hecho, «el cerebro inconsciente está a cargo de la mayoría de nuestro funcionamiento diario», explica Tinu Cornish, psicóloga del centro Equality Challenge Unit, que asesora a universidades sobre diversidad. «Si cada vez que vas a trabajar o que enciendes la tele o escuchas la radio ves que los hombres están asociados al liderazgo, a un mayor estatus y a una mayor capacidad, eso es lo que nuestro cerebro inconsciente va a aprender», dijo.»Nuestro cerebro inconsciente es como si dijéramos nuestro cerebro mamífero o reptil: no razona las cosas en palabras, sino que aprende que dos cosas están relacionadas. Y cuando dos eventos están relacionados hace que las neuronas establezcan una conexión», añadió la especialista.
Esas asociaciones son culturales, pero se fijan como huellas en nuestro cerebro y nos acompañan inconscientemente durante toda la vida.
Forman parte de nuestro desarrollo evolutivo: estos atajos mentales, llamados heurísticos, nos ayudan a navegar por el mundo, a categorizar automáticamente personas y situaciones que podrían representar un peligro y a tomar decisiones rápidas constantes a un nivel inconsciente. Pero también nos predisponen a tener prejuicios de género, de etnia, de religión, o de estatus socioeconómico que pueden contradecir los valores que firmemente defendemos. Lo interesante es que la mayoría de la gente, incluida la más proigualdad, no sabe que porta estos sesgos culturales, que afectan a su comportamiento y a las decisiones que toman.
Si es inconsciente, ¿se puede equilibrar?
Pero aprender sobre la parcialidad implícita y entender de dónde viene no es suficiente para generar cambio. Los especialistas en género proponen estrategias más proactivas, como fomentar modelos femeninos en el trabajo o desarrollar maneras de corregir el sexismo en el mismo momento de la toma de decisiones. Modificar el lenguaje, lenguaje inclusivo y añadir a mujeres importantes en los libros de texto, cuentos y material educativo.
Fuente: BBC Mundo