
¿Cómo funcionan los narcopisos?

La palabra “narcopiso” la hemos escuchado constantemente en los medios de comunicación. Por el nombre que reciben es fácil intuir cual es el la utilidad de este tipo de viviendas, pero hoy vamos a explicar cómo funcionan.
Los narcopisos son viviendas en régimen de ocupación, ubicadas generalmente en los barrios céntricos de las ciudades. Las características que tienen estos barrios habitualmente es que sus pisos se encuentran en fincas antiguas, sin ascensor, cuyos dueños originales ya han fallecido o se han trasladado por los impedimentos que supone tener que subir por escaleras pasado ya cierto umbral de edad o porque la vivienda ya se encuentra degradada. Por otro lado, la terciarización de la economía, es decir, la tendencia a actividades económicas dedicadas al sector de los servicios, concretamente al turismo, ha hecho que los comercios tradicionalmente ubicados en estos barrios se sustituyan por otros más atractivos para los turistas y que muchas de estas viviendas y fincas se conviertan en espacios para acogerles, lo que inevitablemente sube el precio inmobiliario de la zona. Así, el perfil socioeconómico de un barrio se sustituye por nuevos vecinos que pueden acceder a los nuevos precios, pero durante este proceso de sustitución se van quedando viviendas vacías.
Y son estas viviendas las que pueden acabar en régimen de ocupación. En comparación con los puntos de venta de sustancias tradicionales este tipo de dispositivos son más inestables y las personas que los habitan son las mismas que trabajan en ellos. Las tareas están divididas y, además, reproducen los roles de género. Hay personas que se encargan de limpiar, otras de organizar la actividad, otras de vender y otras de vigilar. No todos estos pisos tienen la misma actividad, algunos están solo establecidos para la venta y otros para la venta y el consumo, además pueden diferenciarse por la vía de consumo, habiendo sitios donde las personas van a consumir por la vía inyectada (chutaderos) o inhalada (fumaderos). Lo normal es que ambos tipos se ubiquen en ciudades donde lxs consumidorxs de drogas no tienen una alternativa a la calle para hacerlo. En todos estos pisos se puede adquirir cocaína, crack, heroína, metadona, tabaco y fármacos psicotrópicos. Sin embargo, las personas que venden no pertenecen directamente a la red de tráfico, por lo que hay pocas cantidades de estas sustancias dentro de ellos, de forma que el piso se suministra regularmente, en cantidades pequeñas, habiendo personas encargadas de traerlas.
Como se relata en algunas anécdotas de usuarixs de sustancias en este estudio de reducción de daños, son espacios que las personas intentan evitar, sobre todo si son mujeres, por diversa razones: la alarmante normalidad de las agresiones sexuales si eres mujer (incluso secuestros), la negación de auxilio en caso de sobredosis, la extorsión para que no abandones el piso con la sustancia… No en todos la venta de sustancias es su principal actividad, hay otros que se encuentran en régimen de ocupación por población que vive sin hogar, donde pueden adquirir cierta cantidad de drogas, pero cuya principal utilidad es dar cobijo. Así mismo, hay otros pisos que se dedican al trabajo sexual, donde se venden sustancias con el objetivo de darles un uso sexualizado.
Esta realidad, que podemos reconocer en muchas ciudades de España, encuentra sus raíces en los procesos de gentrificación y en la escasa cobertura de salud que se le da a las personas que, por diversas razones, se mantienen en consumo activo de sustancias. Así, entender este fenómeno pasa por reconocer que es la expresión más violenta de procesos urbanos cada vez más excluyentes, que generan más personas sin vivienda y que saturan las redes de atención a estas poblaciones.